29.12.05
Mensaje ecológico
Por mucho que le cueste, se toma el trabajo de desenvainar cada una. Los filos no perdonan, y en la intención de limpiar los guijarros, se le van pelando los índices.
No es que sea una tarea muy ardua, pero en un punto pareciera.
Lima las aristas y parece real, un recorte que reconoce en tiempo y espacio, dramáticamente con convulsiones de pestañas. Apaga el cigarrillo ya consumido por mera formalidad. Se lava las manos por tercera vez en el baño chico y vuelve a sentarse para enhebrar dedalitos en una tenaza, servir agua en un vaso playo, terminar de enjuagarse el pelo.
Sostiene un puñado de sal en la mano izquierda; levanta el brazo, lo descansa. La enumeración la envicia. Un corazón de plástico auspicia el conjunto de lápices atractivos, recolectados.
En una pausa detiene el respiro. Cuenta pero no sale. Piensa en una palabra: híbrido. Otra: grávido, y: colocación.
¿Apasionada? por el vaciamiento enuncia a continuación: coloco híbrida, ingrávida, selecta. Una porquería de decir. Una sintaxis de incógnita. Apasionada por las esdrújulas. Hace un juego: esdrújula esdrújula, la palabra se desperfila, fantástico. Está encantada y adormecida. Bastante desacelerada por el juego fácil. Afilar el lápiz, adquirir el oficio. Una tierra afortunadamente inconquistable.
La letra da un paso en falso y recibe con un caluroso aplauso al prejuicioso raciocinio, pero entiende: hay mutilaciones imposibles.
Está con el peso de la casa sobre la nuca abajo, y escribe: está con la nuca baja y escribe: con la nuca gacha, escribe: mi mayor pretensión es purificar este espacio.
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