Hola querido teclado:
¿Cómo has estado? Sí, sé que nuestra relación no es lo que solía ser, y en gran parte este distanciamiento tiene que ver conmigo, que "me dejé estar".
Ya no te sobo como antes, ya no te acaricio y golpeo ni me excito con el galopecito tacatá tacatá de las yemas sobre tus teclas, no porque no me guste, sino porque ya no lo hago.
No se bien por qué, pero ya no lo hago.
O sí, no me han dado ganas últimamente -últimamente un año- y ahí se quedó nuestro amor.
No te enojes, es lo más honesto que te puedo decir. O sí, enojate, tenés motivos, pero mi respuesta será la misma. Decir no tenía ganas no es algo fácil, tecladín. Es más fácil inventar algo o culpar a otros o culparme a mí, pero decir
no tengo ganas me hace sentir más fuerte orque es una verdad que aún sabiendo lo vulnerable que aún está frente a los ojos de otro, tiene el peso suficiente como para mover piezas por sí misma.
Y sigo sin ganas. Bah, acercarme y miamrte mientras te soy honesta hace una diferencia, no? Ja, hermoso! Me encanta verte sonreir.
Yo también extraño sacarte letra a letra con placer, y el tacatá tacatá y alzar los ojos y leer los gititos que te arrancaba.
Vamos de a poco, sí?
Reencontrémonos pero desde un lugar tranca.